María Eugenia George

Hay vidas que se trazan de forma lineal, contundente, sin vacilaciones. Una vocación, o el deseo ardiente de desempeñar una determinada profesión aparece de manera temprana y clara. No fue mi caso. La necesidad de entender al hombre y al mundo guió mi camino, pero sin tener claro que rol asumir en este tablero de ajedrez que es la vida. Desde niña, mi atención hacía foco en el mundo de las emociones, interno e intangible. Cómo somos y cómo interactuamos. Como nos hacemos daño o nos ayudamos en cada vínculo. Luego esa curiosidad se extendió a las estructuras de convivencia, lo social, lo político, que enmarcan y rigen de alguna forma nuestras vidas, estimulando o coartando la expansión del ser. 

 

Estudié primero Relaciones Públicas porque en el área de la Comunicación convergen -con aplicación práctica- distintas áreas de las Ciencias Sociales que me interesaba conocer. Trabajé en ese ámbito y disfruté de practicar el arte de “adaptar el mensaje”, de comprender las necesidades de los "públicos", pero tenía la sensación de estar más cerca de la mentira que de la verdad, y sentía que traicionaba mis valores y mi ideal. Eso marcó una crisis vocacional que cambió mi vida. Me mudé a Bélgica, donde estudié Política y Cooperación al Desarrollo guiada por el ideal de contribuir con mi trabajo a crear un mundo más justo, más consciente. Tampoco sería ese el camino para mí; aunque disfrute la ruta y aprendí mucho.

 

Al regresar a Argentina en 2012,inicié una formación vivencial en desarrollo personal, que significó mi encuentro con el Counseling y por fin, con la vocación. Siempre me había interesado la psicología, pero no había podido identificarme con el rol de terapeuta planteado por la Psicologia "tradicional".  Descubrí entonces que dentro del paradigma de la Psicología Humanista existía una propuesta que me era afin.

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Trabajé en entornos lujosos,  modestos, multiculturales o locales. Conozco el goce de la vida en pareja, y el a veces pesado silencio de la soledad. Viví varias vidas en una, acertando, equivocándome y entiendo este recorrido personal como un caudal de experiencias tan importante a la hora de recibir un consultante como las técnicas y teorías que aprendí para desempeñarme como Counselor. 

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